Por Rafael Fernández
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Rafael Fernández. |
Santo
Domingo Oeste.- Los dirigentes, miembros y
simpatizantes, han sido vapuleados y divididos por la actitud de algunos
funcionarios prepotentes y arrogantes de los diferentes gobiernos que hemos
tenido, me refiero a los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD),
que es el que tiene la obligación de resolverle los problemas a los peledeístas.
Hemos sido abandonados, denigrados,
pateados y hasta excluidos del tren gubernamental y, no tan solo del tren
gubernamental, sino, también de las cuotas que les correspondían a los
flamantes regidores del municipio Santo Domingo Oeste, estos al componerse desde el primer día con
el Alcalde y obtener prebendas de este, no pudieron exigirle nada, y lo único
que han hecho estos insurrectos e insuflados regidores es emborracharse de
poder, y aceptar de manera irremediable la satisfacción que les reporta la gran
prosperidad que exhiben producto de los infelices lectores.
Ser ingratos nos reporta la negatividad
más trivial que persona alguna pueda cosechar ante esta sociedad carente de
buenos modales, y que los mismos pueden ser usados para catapultar a los
responsables a una altura máxima de groserías estupefacta, y sobre todo
bendecidas por la soledad absoluta de personas sensatas y honorables del
municipio.
La sociedad dominicana es única, y sus
miembros no se parecen a nadie, por lo que en cualquier país del mundo se le
conoce por lo introducido, sandunguero y participativo, pero también por lo
impertinente, arrogantes, embaucadores, hazmerreír, horripilantes, untado y
hasta malvados que son, porque siempre quieren dársela en que se la saben toda
en cualquier escenario.
En política, aparecen individuos que
solo buscan lo suyo, y se les importa un pepino que Fulano, Zutano o Mengano,
que tienen toda una maldita vida trabajando junto a ellos, pasen la mil y una
para conseguir un favor o conseguir un pan para almorzar en el día, usted los
ve que tratan de engullir todo lo que les llega a sus manos, y estos
desamparados, tristes y amargados esperando que ellos dejen caer para saciar
quizás su hambruna a media.
¡Qué pena es tener que esperar que otros
decidan comer para que aquellos puedan engullir parte de lo que aquel tiene y
le sobra!, es una pena insoslayable tener que ser un adulador a tiempo completo
para poder obtener, quizás, algunas raciones de migajas de alimentos para poder
alimentarse.
Es una grosería tener tanto y tanto y
otros no tener nada, pero más fuerte es que usted sabe que ese alguien trabajó
junto a usted y usted no lo acepta ni lo reconoce.
Ya estamos hartos de esperar y de que un
día las cosas cambien y los de abajo suban y logren algo, no es posible que lo
único que les corresponda a los de abajo sea trabajar y trabajar, ya está más
que bueno para aguantar tanta humillación y tanto desplante de estos políticos
insignificantes.
En lo particular no tengo absolutamente
nada con nadie en este municipio, soy amigo de todos en lo personal, pero en lo
político, tengo ideas encontradas con algunos que creen que son los que más
saben y los únicos que debe vivir, pero además tengo problemas directos con
aquellos funcionarios que andan cancelando y maltratando a los infelices, eso
no va conmigo ni ahora ni nunca, siempre he manifestado lo contrario de esos
apandillados y considero las cancelaciones como un abuso de poder.
Las cancelaciones son tan dañinas para
el mismo gobierno, como para aquel que la recibe, que va directo a afectar el
presupuesto familiar, donde los hijos, la mujer, sus hermanos, sus padres, en
fin, hasta el amigo es perjudicado con la cancelación. Hay que tener cuidado
con cancelar a los infelices, si no han hecho cosas que ameriten sus
cancelaciones.
Al gobierno los afecta; porque es el que
tiene que garantizarles fuentes de empleos a los ciudadanos y si no hay fuentes
de empleos, pues necesariamente se le
forma un caos social que pone en duda su credibilidad como administrador y
gerente de la cosa pública, por lo que debemos evitar y garantizar las fuentes
de empleos.
Quien o quienes no estén de parte de la
verdad científica, la razón y a espalda del buen hacer, vivirán sin saber que
existieron.
¡Hasta
la próxima entrega!
El autor: es periodista y estudiante de
Derecho, de término.