Por Andrés Travieso*
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Andrés Travieso. |
Santo
Domingo Oeste.- El término carisma tiene su origen en
la voz griega “jarisma”, que significa “agradar, hacer favores”. Es la
capacidad de ciertas personas de motivar y suscitar la admiración de sus
seguidores”.
Para los griegos el carisma era
considerado un don divino. Para el sociólogo alemán Max Weber, el carisma es
“una cualidad de la personalidad de un individuo que le diferencia de los
hombres normales y hace que se le trate como si estuviera dotado de poderes o
cualidades sobrenaturales, sobrehumanos o al menos específicamente
excepcionales”.
El maestro de liderazgo, John C.
Maxwell, nos hace la siguiente aclaración: “La mayoría de la gente piensa que
el carisma es algo místico, casi indefinible. Que es una cualidad que se trae
de nacimiento y que, por lo tanto, no se puede adquirir. Pero eso no es cierto.
El carisma, dicho claramente, es la habilidad de atraer a la gente. Y como
otras características del carácter, se puede desarrollar”.
En un líder, el carisma es
indispensable. No hay influencia donde falta el carisma. El crecimiento de
nuestras organizaciones, en gran medida, está supeditado al grado de carisma
que poseen nuestros líderes.
En momentos de turbulencias y tensiones
los pueblos depositan su confianza en hombres y mujeres carismáticos (as).
Cuando la Nación de Israel era amenazada e intranquilizada por las huestes
enemigas, emergió un joven carismático, David, que se puso de pie y asumió la
defensa de su pueblo.
El resultado fue notorio, una
apabullante derrota a los enemigos, dirigidos por Goliat. El pueblo agradecido
de su líder le cantaba: “¡Saúl derrotó a sus miles! ¡Y David a sus diez
miles!”.
El líder carismático obtiene grandes
logros a favor de su grupo. Conflictos difíciles dentro de la organización o la
comunidad son solucionados mediante la mediación de un líder carismático.
Moisés, Lincoln, Bosch, Caamaño,
Roosevelt, Miranda, Duarte Nehemías, Peña Gómez, Daniel, Jesucristo, Alam
García, Evita Perón, Leonor Roosevelt, Devora, Pablo...eran hombres y mujeres
que con su carisma hicieron, en circunstancias adversas y oscuras, aportes de
bien en beneficio de sus seguidores y sus pueblos.
El líder carismático no se beneficia de
ese don, beneficia a quienes les siguen. El líder carismático piensa en el
bienestar de la organización, pueblo o comunidad.
Los sueños e ideales administrados por
personas carismáticas se traducen en hechos. Las organizaciones dirigidas por
líderes carismáticos perduran y se mantienen unificadas.
Con el carisma se abolió la esclavitud.
Independencias nacionales se alcanzaron con carisma. El carisma puso fin a
guerras mundiales. Leyes y constituciones políticas son hijas del carisma.
El carisma es un vestido que debe
brillar siempre en las personas que asumen posiciones de liderazgo.
Baltasar Gracián aconseja que el líder
debe tener carisma en todo momento, y he aquí sus motivaciones: “El carisma da
vida a tus méritos y aliento a tus palabras, pone alma a tus acciones y realce
al mismo realce. Las demás virtudes que tengas te dan brillo, pero el carisma
da lustre a esas virtudes. Con ella, hasta lo común se exalta. Está por encima
de los estudios o la disciplina que tengas. Supera a la soltura y se impone a
la valentía. El carisma te da confianza y multiplica tus méritos. Sin ella,
toda belleza está muerta y toda gracia, sin gracia. Ante ella son pequeños el
valor, la discreción, la prudencia, y hasta la misma distinción. Bajo el
carisma todo queda bien y te ayuda a superar cualquier obstáculo”.
Un líder carismático agrada y ayuda a
sus seguidores con sus buenas acciones y los conduce por sendas de paz,
seguridad y superación.
Lideres con carisma y objetivos
definidos es lo que necesitamos en Herrera y Santo Domingo Oeste, y no una
legión de embaucadores rancios, trasnochados y despistados.
¡Pero aún hay esperanza...y existen
excepciones!
*Andrés Travieso es director de la
Fundación Voluntad Educativa de Buenos Aires de Herrera.