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domingo, 9 de junio de 2013

Por Andrés Travieso*
loencontre2002@hotmail.com

Andrés Travieso.
Santo Domingo Oeste.- El término carisma tiene su origen en la voz griega “jarisma”, que significa “agradar, hacer favores”. Es la capacidad de ciertas personas de motivar y suscitar la admiración de sus seguidores”.

Para los griegos el carisma era considerado un don divino. Para el sociólogo alemán Max Weber, el carisma es “una cualidad de la personalidad de un individuo que le diferencia de los hombres normales y hace que se le trate como si estuviera dotado de poderes o cualidades sobrenaturales, sobrehumanos o al menos específicamente excepcionales”.

El maestro de liderazgo, John C. Maxwell, nos hace la siguiente aclaración: “La mayoría de la gente piensa que el carisma es algo místico, casi indefinible. Que es una cualidad que se trae de nacimiento y que, por lo tanto, no se puede adquirir. Pero eso no es cierto. El carisma, dicho claramente, es la habilidad de atraer a la gente. Y como otras características del carácter, se puede desarrollar”.

En un líder, el carisma es indispensable. No hay influencia donde falta el carisma. El crecimiento de nuestras organizaciones, en gran medida, está supeditado al grado de carisma que poseen nuestros líderes.

En momentos de turbulencias y tensiones los pueblos depositan su confianza en hombres y mujeres carismáticos (as). Cuando la Nación de Israel era amenazada e intranquilizada por las huestes enemigas, emergió un joven carismático, David, que se puso de pie y asumió la defensa de su pueblo.
El resultado fue notorio, una apabullante derrota a los enemigos, dirigidos por Goliat. El pueblo agradecido de su líder le cantaba: “¡Saúl derrotó a sus miles! ¡Y David a sus diez miles!”.

El líder carismático obtiene grandes logros a favor de su grupo. Conflictos difíciles dentro de la organización o la comunidad son solucionados mediante la mediación de un líder carismático.

Moisés, Lincoln, Bosch, Caamaño, Roosevelt, Miranda, Duarte Nehemías, Peña Gómez, Daniel, Jesucristo, Alam García, Evita Perón, Leonor Roosevelt, Devora, Pablo...eran hombres y mujeres que con su carisma hicieron, en circunstancias adversas y oscuras, aportes de bien en beneficio de sus seguidores y sus pueblos.

El líder carismático no se beneficia de ese don, beneficia a quienes les siguen. El líder carismático piensa en el bienestar de la organización, pueblo o comunidad.

Los sueños e ideales administrados por personas carismáticas se traducen en hechos. Las organizaciones dirigidas por líderes carismáticos perduran y se mantienen unificadas.

Con el carisma se abolió la esclavitud. Independencias nacionales se alcanzaron con carisma. El carisma puso fin a guerras mundiales. Leyes y constituciones políticas son hijas del carisma.

El carisma es un vestido que debe brillar siempre en las personas que asumen posiciones de liderazgo.
Baltasar Gracián aconseja que el líder debe tener carisma en todo momento, y he aquí sus motivaciones: “El carisma da vida a tus méritos y aliento a tus palabras, pone alma a tus acciones y realce al mismo realce. Las demás virtudes que tengas te dan brillo, pero el carisma da lustre a esas virtudes. Con ella, hasta lo común se exalta. Está por encima de los estudios o la disciplina que tengas. Supera a la soltura y se impone a la valentía. El carisma te da confianza y multiplica tus méritos. Sin ella, toda belleza está muerta y toda gracia, sin gracia. Ante ella son pequeños el valor, la discreción, la prudencia, y hasta la misma distinción. Bajo el carisma todo queda bien y te ayuda a superar cualquier obstáculo”.

Un líder carismático agrada y ayuda a sus seguidores con sus buenas acciones y los conduce por sendas de paz, seguridad y superación.

Lideres con carisma y objetivos definidos es lo que necesitamos en Herrera y Santo Domingo Oeste, y no una legión de embaucadores rancios, trasnochados y despistados.

¡Pero aún hay esperanza...y existen excepciones!

*Andrés Travieso es director de la Fundación Voluntad Educativa de Buenos Aires de Herrera.




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