Por: Lic. Pedro N. Guzmán
Santo
Domingo Oeste.- “El Flautista de Hamelin” es un cuento
clásico infantil documentado por los hermanos Grimm. Según el cuento, Hamelin
era una ciudad al norte de Alemania que contaba con un paisaje placentero y un
hermoso río.
Los habitantes de la ciudad se
enorgullecían de vivir en un lugar como tal hasta que un día Hamelin se vio
atacada por una terrible plaga: ¡Hamelin estaba invadida por ratas!
Descontextualizando el cuento y
trayéndolo a la realidad de Santo Domingo Oeste, que en lo adelante nos
referiremos como “Hamelin del Oeste”. Hamelin del Oeste era una ciudad al oeste
de Santo Domingo, que contaba con un paisaje deprimente, caótico y arrabalizado
y una profunda, sucia y contaminada cañada rodeada de barrios pobres, con una
densa población donde los habitantes se avergonzaban de vivir allí.
En Hamelin del Oeste había cientos de
problemas que afectaban a la población, como falta de espacios públicos, caos
en el tránsito, contaminación visual y de ruido, arrabalización, falta de
instalaciones deportivas, inseguridad ciudadana, etc. Sin embargo, el grupo de
ediles que rodeaban al alcalde, un grupo de personas arrogantes, excluyentes y
odiadas por la población no permitían que el alcalde percibiera todos estos
males, hasta que un día el descontento fue tal, que la población –incómoda-
empezaba a pedir cambios: “¡Abajo la casa del Alcalde! ¡A ese nadie lo ve! ¡No
resuelve Nada! ¡Que los del Ayuntamiento resuelvan los problemas!”. Para
apaciguar el descontento de la población, el alcalde de Hamelin del Oeste
recurrió a muchos hombres y mujeres, a quienes prometió múltiples cosas a
cambio de que estos hicieran los trabajos especiales.
Tras realizar los trabajos, en favor de
la casa del alcalde, estos valientes y valiosos hombres y mujeres acudieron con
el alcalde para que este cumpliera su palabra, pero este no cumplió con sus
promesas; así que todos descontentos empezaron a clamar por una esperanza hasta
que apareció un flautista mágico que, con su música, guió a todos y todas a una
tierra feliz, donde hubo orden, parques, instalaciones deportivas, desarrollo
turístico y comercial, una tierra llena de oportunidades para todos, una tierra
donde los habitantes se sentían orgullosos de vivir allí.
Al darse cuenta de que todos se alejaban
de su casa, el alcalde ordenó ofrecer villas y castillas a cambio de que la
gente volviese, pero todo era inútil y, al convencerse de que el flautista no
retrocedería y que la gente no regresaría más, solo le quedó el dolor, las
lamentaciones y los llantos… ¡y todo por no cumplir con la palabra empeñada!
Adaptación de la versión de los hermanos
Grimm:
http://albalearning.com/audiolibros/grimm/elflautista.html