Por: Andrés Travieso*
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Andrés Travieso. |
Santo Domingo Oeste.- “Señor, los perros están ladrando - tranquilo Sancho, es señal de que estamos avanzando”, (Don Quijote de la Mancha).
En el Libro de los Hechos, capítulo 6, versículo 1, Lucas-autor de dicho Libro- nos narra que en la Congregación, en la naciente Iglesia de Cristo, “hubo murmuración” que consistía en un rumor que propagó un grupo de griegos en contra de los hebreos.
Aludiendo los primeros que sus viudas eran desatendidas por los segundos. Ósea, que los griegos de manera ligera acusaron a los hebreos de cometer el pecado de injusticia social.
Es necesario que analicemos lo que significa murmuración, para que entendamos la dimensión de lo dañina que es. Veamos:
La murmuración es una actividad humana que consiste en hablar de alguien - generalmente de forma desfavorable - sin que la persona en cuestión esté presente. Es la conversación en la que se habla mal de una persona que no está presente.
Es el rumor falso o sin fundamento que corre de unas personas a otras. Es un dicho inoportuno que desagrada. Es aquella noticia que se da sin fundamento. Noticia, verdadera o falsa, que se cuenta para difamar o desacreditar a alguien. Es el comentario no verificado que corre entre la gente.
Murmuración es sinónimo de habladuría, comadreo, chisme, cotilleo, hablilla, patraña, enredo, despellejo, rumor, cuento, maledicencia, cizaña y difamación.
Como si fuera una exclusividad, la murmuración nace en el corazón de personas con raíces de amarguras, invadidas de tristeza, carentes de esperanza, frustradas por un fracaso pasado no superado, llenas de envidias, odios y rencores.
Personas que nunca han puesto su cerebro a trabajar. La murmuración es ejercida por aquellos individuos desprovistos de discreción, disciplina, dedicación, prudencia y fe en el esfuerzo. Murmurar es para mediocres.
Los propósitos de la murmuración es dañar lo que está bien, restar las energías de aquellos que realizan una obra positiva y de bien general, desviar de su misión a las personas bien intencionadas- como Moisés, Nehemías, Jesús, Pablo y los Apóstoles, para citar algunos ejemplos-.
La murmuración divide una Familia, una Iglesia, un Concilio, una comunidad, un País, etc. La murmuración detiene la marcha de las buenas labores de la Iglesia u organización.
Los murmuradores cosechan rechazo, desdén social, desconfianza, aislamiento, trastornos, enfermedades cardiovasculares, infelicidad e incertidumbre. Es por ello que el consejo de Pablo es digno de ser escuchado: “Ni murmuren, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor”, (I Corintios 10:10).
La murmuración debe ser una práctica del pasado. Cuando no haya nada bueno, positivo o constructivo qué decir de la persona ausente os recomiendo que nos callemos la boca.
Digamos lo virtuoso y agradable de nuestro hermano, de nuestro amigo, de nuestros líderes, en fin, hablemos bien de todos para que haya crecimiento y multiplicación en nuestra organización. ¡Y seréis felices!
*El autor es director de la Fundación Voluntad Educativa de Buenos Aires de Herrera.