Por Juan Terrero Pérez*
Martin Luther King. |
Santo Domingo Oeste.- El 4 de abril de 1968 Martin Luther
King fue muerto en un hotel de Memphis por un hombre que burló la vigilancia de
los 42 policías a quienes se había confiado la tarea de proteger al “Gran
Clérigo”.
El “tambor mayor” no
estaría más al frente de los suyos. Lo sepultaron en un cementerio rural de
Georgia, y en el epitafio de su tumba fueron grabadas las palabras de un himno
espiritual.
“¡Soy libre al fin! ¡Soy
libre al fin! Dad gracias a Dios omnipotente porque soy libre al fin”. Este 4
de abril de 2013 se cumplen 45 años de su muerte.
La historia registra que
Martin Luther King adquirió notoriedad cuando dirigió una protesta sin
precedente en la ciudad estadounidense de Montgomery, Alabama, una urbe de
blancos racistas y negros humillados.
Sucedió que a raíz del
arresto de la señora Rosa Parks, apresada al negarse a ceder su asiento en un
autobús a un pasajero blanco, la población negra boicoteó el servicio público
de transporte para rechazar las prácticas segregacionistas que en ese Estado de
la unión americana se aplicaba desde 1890.
Se destaca que por
primera vez en la vida republicana de los Estados Unidos un grupo discriminado
empleaba masivamente la acción directa no violenta contra leyes injustas.
Empezó así una larga marcha de los oprimidos hacia la liberación, marcha en la
cual el predicador Luther King haría las veces de guía y maestro de su pueblo. “Decid
que yo era un tambor mayor”, reclamó el propio King en un sermón pronunciado
poco antes de su muerte.
Tratadistas consideran
que cuando Martin Luther King vino al mundo, el 15 de enero de 1929, los negros
de los Estados Unidos no tenían muchas razones para sentirse libres e iguales.
Aunque la esclavitud había sido abolida en 1864, los descendientes de los
esclavos afroamericanos eran todavía oprimidos por un sistema ideológico y
social que se basaba en la teoría de la inferioridad racial del hombre de
color.
Tal sistema regía,
incluso, en la esfera del derecho: la
jurisprudencia del Tribunal Supremo apoyaba
descaradamente la aplicación del
principio separado pero iguales, una versión norteamericana del Apartheid que
desde el Siglo 19 segregaba la población negra en escuelas, hoteles, teatros,
autobuses, cafeterías, universidades y cementerios.
Además de la segregación
racial, otras muchas injusticias se abatían sobre los negros estadounidenses, a
los cuales les negaban el derecho al
voto, la igualdad de oportunidades, el acceso democrático a las funciones
públicas, el juzgamiento imparcial y el disfrute de una vivienda digna.
Se agrega que el
linchamiento aun servía de método de ejecución extrajudicial, aunque el
registro anual de afroamericanos linchados ya no era de 235, según los datos de
1892, y en el Sur continuaba ardiendo las noches, la cruz amenazadora del Ku Klux
Klan. Las leyes y las costumbres seguían estando inspiradas por el racismo, ese
dogma pagano mediante el cual, en palabras de Ruth Benedict, un grupo étnico es
hereditariamente condenado a ser inferior.
King era miembro de una
devota familia bautista, (protestantes separatistas que en el siglo 17 poblaron
la colonia norteamericana de Rhode Island), y siguió los pasos de su padres y
abuelo en el ministerio pastoral. Se dice que en 1955 ya era pastor de una
congregación de Montgomery y allí se hizo figura notoria cuando dirigió la
protesta sin precedente de referencia.
Se añade que King había
descubierto la doctrina de la no violencia mientras estudiaba teología en el
seminario Grozer y en la
Universidad de Chicago y que en sus años juveniles leyó a
Lactancia, La Boétie ,
a Menno Simonis, Tolstoi, William Penn y a Gandhi. De este último, le atrajeron
especialmente ciertos medios de resistencia inerme; la no cooperación, la
desobediencia civil, y la satyagraha, que excluían todo empleo de la fuerza
física con intención dañina.
Dicen que al poner estos
medios en práctica, primero en Alabama y después en todo el Sur, King se
enfrentó al segregacionismo y a sus agentes con una forma de acción política
que buscaba convencer para vencer.
Elegido en 1957 como
dirigente máximo de la Southem Chistían
Leadership Conference, King tuvo muchas oportunidades de mostrar la firmeza y
el arraigo de sus convicciones.
Atentados, arrestos
ilegales y procaces calumnias, jamás lograron hacerle romper su compromiso con
la no violencia.
Durante 13 años guió a
los afroamericanos por el camino de sus reivindicaciones, sin apartarse de lo
que él consideraba el mejor y más sano medio para alcanzar la libertad, la
justicia y la paz.
Con el pastor Luther
King a la cabeza, los negros norteamericanos se organizaron en un gigantesco y
eficaz movimiento por los derechos civiles, caracterizado, según sostiene Rhoda
Lois Blumberg, por la protesta no violenta a escala masiva.
Entre injurias, golpes,
ataques con explosivos, advertencias amenazadoras, disparos y toda suerte de
represalias económicas y laborales, los activistas de la libertad marcharon por
todo los Estados Unidos entonando el Weshall overcome: ¡Venceremos!
¡Venceremos! Algún día/ ¡Oh, en los más hondo de mi corazón creo/ que
venceremos algún día…!
Este 4 de abril se
cumplieron 45 años de la desaparición
física de este gran hombre de la humanidad, pero sus obras perduran por los
siglos de los siglos. Amén.
*Juan Terrero Pérez es
periodista de Manoguayabo.