Por Tamara Valdez San Pedro*
Santo
Domingo.- Desde tiempo atrás, la integración de las mujeres
en el ámbito deportivo ha estado llena de dificultades. Las mujeres han tenido
que ir superando obstáculos creados por paradigmas sociales, culturales y
deportivos.
Hemos tenido que luchar contra ideas
bien arraigadas, como: la mujer posee menor capacidad física, no todos los
deportes son para ellas, ellas son inferior a los hombres, entre otras más.
Desde su origen el deporte fue creado
por y para los hombres, donde ponían en manifiesto sus habilidades físicas, con
lo que fomentaban algunos valores, como la competencia, agresividad,
resistencia. Como podemos ver, desde el preludio del deporte moderno, las
mujeres han tenido que ir venciendo diferentes dificultades y obstáculos para
su integración.
Al remontarnos a la historia hace más de
tres mil años, observamos que la mujer fue excluida de su participación como
deportista y hasta para ser parte del público; sólo aquellas mujeres solteras
podían asistir a los mismos.
Con respecto a la historia de los Juegos
Olímpicos, tenemos que el barón Pierre de Coubertin, el 25 de noviembre de 1892,
aprovechó el congreso de la Unión de Sociedades de Francia, que reunía a muchos
pedagogos, para proponer la idea de la necesidad de renovar los Juegos
Olímpicos a escala mundial.
Hurgando en la historia de los Juegos
Olímpicos, observamos que es el año de 1900, que marca la apertura de puertas
para el ingreso de las mujeres, lo que
constituyó un cambio que se hizo evidente y real, a pesar de que Pierre
Coubertin, era de opinión de que la presencia de la mujer en un estadio
resultaba antiestética, poco interesante e incorrecta.
En principio, sólo el golf y el tenis
acogieron la participación femenina, durante ese año en París, Francia. Estos
juegos tuvieron el mérito de agrupar un número impresionante de competidores,
mil setenta, entre estos seis mujeres. La primera laureada olímpica en tenis
fue la señorita Cooper, de Inglaterra.
Al transcurrir el tiempo, la mujer ha
ido logrando un importante papel, brindando excepcionales espectáculos y
concitando la admiración y expectación del mundo. En los últimos Juegos olímpicos de Londres
2012 participaron 4,676 mujeres como atletas, lo que en parte valida esta
afirmación.
Igual que como ocurrió con su
participación, en el ámbito de la dirección deportiva, la mujer también ha
confrontado múltiples obstáculos al mostrar su liderazgo. A partir del 1981, por iniciativa del expresidente
del Comité Olímpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch, se reafirma el
papel de la mujer en el liderazgo, con un giro y respeto muy merecido, al ser
integradas las mujeres a su Comité Ejecutivo.
El COI ha incorporado como misión y
función dentro de su Carta Olímpica, lo siguiente: “estimular y apoyar la
promoción de las mujeres en el deporte, a todos los niveles y en todas las
estructuras, con objeto de llevar a la práctica el principio de igualdad entre
el hombre y la mujer”.
Cabe resaltar procesos como la primera
Conferencia Internacional sobre la Mujer y el Deporte, que se llevó a cabo en
Brighton, Reino Unido, en el 1994, organizada por el Consejo Británico y
sustentada por el COI. Allí se
determinó establecer y desarrollar una
estrategia internacional para que el deporte femenino abarque todos los
continentes; es decir, que se permitiese la participación de las damas en esa
área en toda su manifestación.
La declaración resultante, aprobada por
280 delegados provenientes de 82 países y dirigida a todos los gobiernos y
entidades de alguna manera vinculada con la mujer en el deporte, instituye los
principios que regirán las medidas orientadas a incrementar la participación de
las mujeres en todos los niveles, funciones y papeles del ámbito deportivo.
El Comité Olímpico Dominicano (COD),
cumpliendo con el mandato del COI, crea la Comisión Mujer y Deporte, el 8 de
diciembre del 2004, la cual tiene como objetivo motivar una mayor integración
de la mujer en la gestión deportiva y que valoricen su papel como líderes.
Por todo lo anterior, podemos finalizar
diciendo que la condición biológica de la mujer no debe ser óbice para que
realice funciones de alto nivel en todas las áreas del saber y estamentos de
nuestro movimiento deportivo, además de lo político y social; pero no menos
cierto es que aún se requiere de mucho trabajo para lograr que la equidad de
género se produzca a los niveles deseados como quisiéramos a nivel deportivo.
¡¡¡Qué vivan la mujer y el deporte!!!
*La autora es vicepresidenta de la
Federación Dominicana de Vela, miembro de la Comisión Mujer y Deporte del COD,
gerente de Proyectos y Manejo Ambiental de Metales Antillanos, S. A. y
Secretaria General de la Asociación de Empresas de la Zona Industrial La
Isabela (ASEZILI).