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martes, 29 de octubre de 2013

Lic. Ángela  Peña,
Psicóloga  Clínica 

Ángela Peña.
Santo Domingo Oeste.- La palabra benevolencia tiene dos raíces: ‘Bene’, que significa bueno o bien y ‘Volencia’, que significa voluntad. Así se puede entender que la palabra en su todo tiene que ver con hacer el bien como una decisión voluntaria.

El Diccionario indica tres acepciones para Benevolencia: (1) Deseo de hacer bien a los demás. (2) Buena voluntad, caridad. (3) Un acto de bondad.

La benevolencia es el núcleo del pensamiento confuciano. Confucio enriqueció el contenido de la “benevolencia”; elevó a un nuevo nivel el significado de la “benevolencia”; planteó en términos bien definidos que la “benevolencia” significa “amar al hombre”; y expuso ulteriormente la idea de que “para ser benévolos, debemos hacer que otros vivan si queremos vivir y debemos ayudar a otros a lograr éxito si queremos alcanzarlo”.

Para ser benévolos, “no hagamos al prójimo lo que no queremos que hagan a nosotros mismos”. Se trata de un profundo pensamiento filosófico del humanismo, pensamiento que penetra en todos los aspectos de la doctrina confuciana.

Confucio subraya, especialmente, el valor y rol de la “benevolencia”, considerando que la “benevolencia” es una autocultivación indispensable para toda persona y también el principio que se debe observar para conquistar el país y gobernarlo.”.

El sujeto benevolente tiende a hacer el bien. Esto quiere decir que realiza lo moralmente o éticamente correcto, mostrando empatía con el prójimo. Al ser benevolente, la persona desarrolla tareas solidarias, ayuda a quienes lo necesitan y se muestra afectuosa.

Lo opuesto al bien, por otra parte, es el mal. Ambos términos se definen a partir de su opuesto. Si está bien ayudar a cruzar la calle a una anciana, es porque está mal dejarla desprotegida y sin asistencia, lo que sitúa a la mujer en riesgo de sufrir un accidente.

Cabe destacar que benevolente también es aquello que no es todo lo malo, negativo o difícil que pudiera ser: “El padre del acusado pidió al juez que sea benevolente y que tenga en cuenta la juventud de su hijo”, “El tornado dejó un saldo benevolente, con apenas unos pocos daños en las casas de la costa

Por ejemplo: “Don Miguel es un hombre benevolente que siempre colabora en causas solidarias”, “La verdad que el dueño de la casa es benevolente: nos condonó dos meses de deuda”, “¿No puedes ser un poco más benevolente y asistir a esa pobre gente?”.

El adjetivo, por lo tanto, está vinculado con la inclinación a hacer el bien. Para la filosofía, el bien es el valor que se le otorga a una acción. Se trata de un concepto tautológico, con definición redundante: lo bueno es lo que está bien.

Benevolencia.-

La benevolencia es unos de los hermosos rostros del amor. La espiritualidad es benevolencia que se traduce en pensamientos, palabras y obras adecuados.

La benevolencia es luz, orden, amor, beneficio y dicha. Induce al perdón, la clemencia, la compasión, la capacidad para ponerse en lugar de los otros y descubrir y comprender necesidades ajenas y atenderlas, el juicio equilibrado, la comprensión, y en muchas ocasiones la actitud indulgente y la tolerancia.

La benevolencia exhala afecto, sensibilidad, cordialidad y amistad. La persona benevolente comprende y perdona, evita poner el énfasis en el lado negativo de las demás personas y aprecia su lado constructivo y positivo.

La benevolencia es nobleza, buenos sentimientos, sensibilidad, cooperación y desinterés.


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