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miércoles, 27 de noviembre de 2013

Por Martha Castro Arias*

Martha Castro.
Santo Domingo.- Una persona me preguntó si la tolerancia tenía límites. Dijo que ella conseguía  tolerar hasta cinco o seis veces una situación, pero que a la séptima explotaba.

Le respondí que eso significaba que ya desde la primera vez no lo estaba tolerando; simplemente estaba acumulando combustible para la explosión final.

La tolerancia no se puede cuantificar, porque es una cualidad como todas las demás virtudes. Como el verde de las hojas o el azul del cielo, es algo que simplemente es.

No cambia de un día para otro ni tampoco se agota. La tolerancia te ayuda a descubrir todo tu potencial espiritual y a dirigirlo con más eficiencia.

La tolerancia depende de otras dos cualidades: la comprensión y el amor. Cuando comprendas que todos estamos aquí desempeñando nuestros papeles respectivos y que cada uno tiene derecho a ser como es, podrás tolerar el comportamiento de cualquier individuo, por más provocativo que sea.

Si alguien se equivoca y no hace nada para cambiar esta actitud, lo único que puedes hacer por esa persona es tener humanidad. Si intenta subsanar el error, entonces debes respetarle. La tolerancia es el amor que oscila entre misericordia y respeto.

Reflexión sobre la flexibilidad.-

La flexibilidad es la belleza de un niño, cuyos huesos no se han endurecido aún y cuyo cuerpo todavía no ha comenzado a almacenar los efectos y tensiones de la vida. En su cuerpo hay suavidad, rapidez y  alegría.  
                                                    
La flexibilidad en un adulto no se refiere a la flexibilidad física, sino a la sutileza del pensamiento, en el cual hay una atención tal que no se almacena ni se guarda el dolor.

Extraído del libro “La paz comienza contigo”.


*Martha Castro Arias es psicóloga clínica.
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