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martes, 16 de abril de 2013


Por Pedro Casado Jacobo

Claribel Nivar.
Santo Domingo Oeste.- Hemos  visto  recientemente como jueces  de gran valía han optado  por abandonar el sagrado ejercicio de administrar o impartir  justicia, creíamos  que  esta  situación obedecía  al interés  supremo  de aspirar  a un bienestar mejor  y dejar los avatares  y problemas derivados de la difícil tarea de impartir  justicia.

Recientemente he  podido observar  y analizar diferentes  opiniones de jueces amigos, los cuales me  han ayudado a esclarecer ciertos  puntos que  al parecer  son determinantes  para   que  un juez  tome  la difícil decisión de  abandonar los  años trabajados en el poder judicial y optar por irse  al servicio privado.

La  realidad  es  que ninguno  de  los  jueces  que han salido  o saldrán del poder judicial lo haría  por  ambición  o  interés económico, la  verdad  clara y meridiana es  que se llega a  esa  difícil  decisión al ver  que a  los jueces  los desamparan en la difícil tarea  de  impartir justicia.

¿En qué  consiste  ese desamparo? Es  muy  sencillo, cuando  un juez  imparte  justicia,  y más en el ámbito penal, se gana muchos enemigos pues mayormente  o condena  enviando a  la cárcel o descarga  a  personas  por   no haber  suficientes  pruebas.

Esta  situación genera  inconformidades en muchos usuarios de la justicia, lo cual se  convierte en odio  y resentimiento contra el juez que impuso una  sentencia.

El Estado es  el garante  de la seguridad  personal, así  como  del entorno  de  todos  aquellos  funcionarios que  tienen la difícil tarea de impartir justicia, pero  cuando el Estado dominicano, por  cualquier  razón, desampara o desprotege  a dicho  funcionario (Juez  o Fiscal ), entonces se genera una situación de inseguridad y de temor en dicho funcionario judicial.

Esa  situación es lo que muchos jueces  han venido padeciendo calladamente,  desde hace unos  meses, situación esta que se evidencia claramente con el caso de la magistrada Claribel Nivar, la juez  que  ha tenido el coraje de conocer   el caso de Figueroa Agosto, la misma juez  que le mataron a su hermano y que le violaron a su trabajadora, y  que, por razones de seguridad, cuando  esto  sucede el Estado Dominicano, por  vía  de la Procuraduría General de la República, le  asigna un apartamento de los  incautados por  el mismo  caso, para  que  viva ahí provisionalmente con sus hijos (menores de edad).

Hoy tiempo después  de  haberse conocido el caso de Figueroa Agosto y  haber sido enviado a juicio por la magistrada juez  Claribel Nivar, la Procuraduría General de la República, la misma  que cuando  se temía  por  su vida y  que para garantizar  que  el caso  que esa juez  estaba conociendo  fuera conocido le protegió asignándole  una escolta mayor,  y sacándola  de  su casa  donde  vivía  tranquilamente hasta  que se produjeron  situaciones que  atentaron contra la  integridad física de  dicha  juez.

Hoy  la Procuraduría General de la República, dirigida  por  el Dr. Domínguez  Brito, desea  desconsiderar y echar  de  dicho apartamento.

¡Cuánta consideración ha tenido  la  Procuraduría General de la República!, que desea echar  de  dicho apartamento a la magistrada juez  Claribel Nivar, sin ningún tipo de contemplaciones, otorgándole  un plazo  no mayor  de 10 días, los  cuales vencen  el  viernes 19 de abril próximo  a las 12  del medio día.

¡Qué bello es tratar  así  a los  funcionarios  judiciales  que han expuesto su vida  y la de su familia en aras  de impartir  justicia!

Esta  inseguridad  es  la  que ha motivado a que  jueces  hayan decidido renunciar  del poder judicial, jueces brillantes  y honestos, en  lo que el Estado Dominicano ha invertido en su larga preparación, y  que  al verse  estos  funcionarios desprotegidos  han optado por  renunciar del Poder  Judicial.

Creo, firmemente,  que el magistrado Domínguez Brito debe  de tener  cuidado al exigirle  a dicha juez que  abandone ese apartamento en un plazo no mayor  de 10  días.

Muchos  sectores podrían interpretar que el Poder Ejecutivo, por  vía   de  dicho magistrado, no  desea  seguir  protegiendo la integridad física  de los jueces  que arriesgan sus vidas  en aras  de  impartir  justicia.

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