Por Andrés Travieso
Andrés Travieso. |
Santo
Domingo Oeste.- La corrupción que campea en los
gobiernos de casi todos los países de América Latina es una realidad que muy
pocos se atreven negar. Pareciera que los principales actores políticos
latinoamericanos han sido entrenados para devorar todo lo que los pueblos depositan
en sus manos.
Funcionarios brasileños son destituidos
por actos de corrupción. Se habla de corrupción en el gobierno de Venezuela.
Argentina, Nicaragua, Honduras, Guatemala, el Salvador, México, Panamá,
Ecuador, Bolivia, República Dominicana…son guaridas de políticos ambiciosos,
que no tienen ningún respeto por la cosa pública. Que no piensan en los
intereses y el bienestar de sus respectivos conciudadanos. Pero si piensan en
cómo aumentar sus riquezas, engañando, desfalcando a sus pueblos. Esa es la
corrupción política que sofoca a la empobrecida Latinoamérica.
¡Qué tragedia! Otro tipo de corrupción
hace presencia en Hispanoamérica: la espiritual o religiosa. Hombres que se
hacen llamar apóstoles, profetas, mesías, Cristos andan de ciudad en ciudad, de
país en país ladrando, perdón, predicando por prebendas.
Son amadores de ganancias deshonestas.
Vendedores de profecías y visiones. Son sofistas, predican la palabra, ¿Qué
palabra?, por dinero, y no poco. No cuidan del rebaño, solo están interesados en
la leche, el cuero y la carne de las ovejas.
Ovejas indefensas que entregan sus
casas, carros, dineros y todo tipo de propiedad que, al final, van a parar en
las arcas de esos supuestos enviados de Dios.
Esos farsantes que en nombre de una
visión, un sueño o una profecía han acumulado más dinero que cualquier político
corrupto de América. Ya cada país latinoamericano tiene su propio profeta,
enviado o mesías.
Organizan grandes campañas, cruzadas,
congresos internacionales, cuyo propósito es aumentar sus economías. Son
capaces de hacer lo más vil para limpiar los bolsillos de sus ovejas oyentes,
brincan, corren, gritan, tiran patadas, puñetazos, bailan, lanzan falsas
profecías, dan masajes y lavados cerebrales y amenazan, inclusive.
Pablo, Pedro y otros autores bíblicos
advirtieron respecto de la aparición de esa clase de individuos. A ese tipo de
corruptos, el apóstol Pablo les llama perros. De esos perros están llenos
muchos pulpitos en América. ¿Cuándo dejaran de ladrar?
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