Por: Andrés Travieso
Andrés Travieso. |
Herrera,
Santo Domingo Oeste.- Murieron Peña Gómez, Juan Bosch y
Joaquín Balaguer y, con ellos, el liderato unipersonal.
Ha desaparecido la iluminación de “el
papaupa de la matica”. No contamos con el líder omnisciente (que todo lo sabe)
y omnipotente (que todo lo puede).
Ya nadie es dueño de la comunidad.
Ninguno es dueño del municipio. Nadie, absolutamente nadie, puede proclamar que
es el dueño del país.
Peña Gómez, un político que miró mas
allá de la curva, sentenció, en 1997, “no es verdad que solo somos nosotros los
políticos los que mandamos en este país”.
Peña Gómez, el carismático, inteligente
y gran líder de masas, antes de morir, anunció el surgimiento de un nuevo
liderazgo, que sustituiría el liderazgo unipersonal: el liderazgo colegiado.
En su último discurso, pronunciado en el
puente de la 17, Peña Gómez, anunció, con voz estruendosa: “aquí ha surgido un
nuevo liderazgo, un liderazgo en la base de la sociedad, un liderazgo de los chiquitos,
un liderazgo de las juntas de vecinos, de las organizaciones populares, un
liderazgo que está por encima de Balaguer, del de Juan Bosch, del de Leonel
Fernández y del mío”.
El tres veces candidato a la presidencia
de la República, enfatizó: “Aquí ha surgido un liderazgo colegiado (...)Hay líderes
dentro de los empresarios, dentro de los estudiantes; hay líderes en la Iglesia
Católica; hay líderes dentro de los evangélicos; hay líderes entre los
profesionales, los trabajadores, los empresarios agrícolas; hay lideres en la
juventud...”.
Hoy el liderazgo colegiado es una tamaña
realidad. Por lo tanto, se requiere de los nuevos actores o líderes ser
poseedores de tacto, don de comunicación, desprendimiento, empatía, discernimiento,
humildad y carácter “sin grietas”.
Quien no posea dichas cualidades será un
líder “trasnochado”, aislado, y no tendrá espacio en el corazón de los que
quitan y ponen líderes: Dios y el pueblo.
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