Por Licda. Ángela Peña*
Ángela Peña. |
Santo
Domingo Oeste.- El término afable se emplea para dar cuenta de aquel individuo
que en el trato como en la conversación se destaca por ser agradable, amable.
Ser afable es una de las cualidades
mejor valoradas por la mayoría de las personas, porque la persona puede ser
educada, vestirse bien, comportarse de acuerdo a lo que un determinado
protocolo solicita pero si en la materia de amable y agradable no califica,
decididamente, es un enorme punto en contra.
La persona afable es una persona que
dispone de buenos modales, lo que popularmente se conoce como una persona bien
educada, lisa y llanamente porque el ser afable engloba varios aspectos que
hacen a una persona bien educada, tales como consideración por los demás,
respeto, atención respecto de sus interlocutores.
Y justamente este último punto resulta
ser uno de los fundamentales para determinar la afabilidad de alguien, porque
no habrá dudas de esta condición si la persona en cuestión escucha con una
sonrisa, aún ya sabiendo lo que le están diciendo, es decir, no le echará en
cara a su interlocutor que lo que le está contando ya lo sabe de memoria, sino
muy por el contrario lo escuchará con paciencia y buena disposición hasta el
final de su exposición.
Raramente una persona afable, que por
tanto presenta las características mencionadas, causará una mala impresión.
Por otra parte, ser afable implicará que
de por sí la gente te quiera y te respete y esto será viable simplemente porque
quien es afable es el que da el primer paso en este sentido, respetando y
queriendo a los demás.
Pero ojo, que ser afable no puede
fingirse, ya que de inmediato quedaría tal situación en evidencia.
Otra cuestión que tampoco se puede
soslayar es que el ser afable abre puertas, no solamente de oportunidades
laborales y profesionales que podrían mejorar un escenario económico, sino que
además abre las puertas para relacionarse con los demás, aún con aquellos
absolutamente diferentes y que forman parte de otras culturas. Sin dudas ser
afable ayuda a una convivencia armónica.
Licda. Ángela Peña, psicóloga.
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