Por Licda. Ángela Peña*
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Ángela Peña. |
Santo
Domingo Oeste.- Hola mi gente, aquí les traigo un análisis acerca de
la lealtad. Espero que lo
disfruten.
La lealtad es una fidelidad o devoción de
un sujeto o ciudadano con un Estado, gobernante, comunidad, persona, causa o a
sí mismo.
No existe acuerdo entre los filósofos
sobre a qué cosas o ideas es que se puede ser leal. Algunos sostienen que se
puede ser leal a un espectro muy amplio de cosas, mientras que otros argumentan
que solo se puede ser leal a otra persona, y que ello es una relación
estrictamente interpersonal.
La lealtad es un valor que, básicamente,
consiste en nunca darle la espalda a determinada persona, grupo social y que
están unidos por lazos de amistad o por alguna relación social; es decir, el
cumplimiento de honor y gratitud, la lealtad está más apegada a la relación en
grupo.
Lealtad significa fidelidad, franqueza,
nobleza, honradez, sinceridad y rectitud. Solo se es leal si se es fiel. Es
imposible pensar en lealtad sin que vaya unida a la fidelidad.
Pero no basta ser fiel para ser leal. Es
necesario, además, ser franco y sincero con el sujeto de nuestra lealtad.
Luego, solo es leal quien, además de ser fiel, es franco y sincero. Servir con
lealtad significa también servir con franqueza, sinceridad y honradez. Es
servir con la verdad por delante. No se es leal si se engaña, si no se dice la
verdad o se dicen solo medias verdades o se dice lo que al líder agrada, lo que
este desea oír, si se le esconden situaciones y hechos independientemente de
las motivaciones que se tenga.
Quien al amigo, al jefe o al líder, no
le informa los hechos reales, la verdad de las situaciones existentes y presenta
la realidad como exitosa cuando no lo es, incurre en una deslealtad de marca
mayor, muy peligrosa para la salud política de ese líder y del proceso o
empresa que este conduzca.
De manera que la lealtad no puede ser
confundida con sumisión ni adoración del líder; tampoco con la adulación. Se
puede amar, profundamente, al líder y ello no significa en ninguna forma
ocultarle situaciones incómodas y desagradables.
El hombre leal es recto, digno e
incorruptible. En un proceso revolucionario no defiende posiciones ni ocupa
cargos por intereses personales; su compromiso y lealtad son con el proceso
mismo, con el pueblo desasistido y su liberación, con el liderazgo honesto,
fiel y, realmente, comprometido. Es franco y llano en sus apreciaciones y dice
lo que piensa sin importarle si es incomprendido o es tomado por irrespetuoso.
Concluyo diciendo que la
persona desleal, aparte de
traicionar, muere solo e infeliz
*Licda. Ángela Peña, psicóloga clínica.